En los últimos años he observado un elemento esencial en la venta de patrocinios que no siempre recibe la importancia que merece: la valentía.
Normalmente hablamos del retorno de la inversión, del público objetivo o de la estrategia de activación. Y, sin duda, son elementos fundamentales en la ecuación.
Sin embargo, en el momento en que el proyecto cobra sentido para ambas partes, la valentía tiene un protagonismo especial para la tan deseada firma del contrato. La valentía es el elemento que transforma una posibilidad en una realidad. Un proyecto interesante en una fecha de anuncio.
¿Por qué? La valentía es la energía necesaria para minimizar la percepción de riesgo, cerrar un contrato significativo y confiar en el resultado del proyecto.
Es el push que debe dar el líder experto en el área para que el tema se convierta en una prioridad en este momento. Hay muchos frentes y el patrocinio necesita atención.
La valentía convence a directores y presidentes a firmar, hace que los equipos se sientan orgullosos de llegar más lejos y supera los desafíos internos.
El patrocinio es una herramienta de marketing, y el marketing busca cumplir promesas cada vez mejores.
En definitiva, la valentía se vuelve fundamental tanto para el patrocinado como para el patrocinador.
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