Tras disputarse los 12 partidos de la primera ronda de la fase de grupos, podemos ver como Grenoble, París y Reims acumulan los promedios más elevados de asistencia de espectadores. Equipos como las anfitrionas, Francia, así como Estados Unidos y Japón han debutado en esta edición en las ciudades mencionadas.
Es verdad que las expectativas eran muy altas y, por ello, tendemos a compararlas con lo que vivimos desde la TV o en el estadio. Esto puede ser arriesgado si seguidores, patrocinadores o medios sienten que el torneo podría haber tenido una mayor repercusión.
Sin embargo, teniendo en cuenta que las ligas domésticas están, generalmente, en una fase de crecimiento, alcanzar estos números puede considerarse una buena noticia en este punto de la competición. Pasados mundiales en Estados Unidos o Alemania quizá registraran un mayor número de espectadores durante los primeros partidos, aunque debemos considerar tanto su tamaño de mercado como su tradición por el fútbol femenino.
En definitiva, un gran evento de estas características debería servir para hacer más felices a los fans y para dejar una huella positiva en el país, un legado sobre el que construir. A pesar de debates de expectativas y cifras, parece que Francia será testigo de un espectáculo prometedor a medida que más aficionados llenarán estadios progresivamente.